El Fortín como una joven cabaña Limangus con proyección de futuro.
La historia de Cabaña El Fortín se enlaza con la de muchas familias inmigrantes que llegaron al país en busca de un porvenir. Los abuelos de Matías Schuimp, provenientes del Volga, se asentaron en Entre Ríos con humildad, levantando su vida desde la chacra, entre agricultura y ganadería. El padre de Matías continuó ese camino, primero en el tambo y luego en la producción agropecuaria, transmitiéndole a sus hijos el amor por el trabajo de la tierra.
“Siempre estuve al lado de mi papá, acompañándolo y aprendiendo. Hoy me toca a mí hacer lo mismo con mis hijos, que ya muestran las ganas de estar en el campo”, recuerda Matías, orgulloso de esa herencia intangible que se transmite de generación en generación.
El sueño de una cabaña propia
En 2021, junto a su esposa Belén, ingeniera agrónoma, dieron el paso decisivo: fundar la cabaña. Eligieron Limangus, una raza que los sedujo por su rendimiento en carne y rusticidad. “Soñábamos con un mismo pelaje, con una genética sólida. Empezamos con embriones y fuimos armando una buena base de vientres, seleccionando en cabañas de Buenos Aires y Córdoba”, relata.
Hoy el plantel alcanza las 300 madres, mitad puras controladas y mitad de pedigree. En apenas unos años, El Fortín ya participa en las principales exposiciones del país, incluyendo Palermo, vitrina que les abrió camino y reconocimiento. “Fue un desafío enorme, pero también una satisfacción muy grande estar en esa vidriera nacional”, destaca.
Una apuesta familiar
Además de la cabaña, la familia combina ganadería y agricultura, produciendo sus propios alimentos para el rodeo. Belén aporta conocimiento técnico y gestión, mientras los tres hijos crecen vinculados a la vida rural, repitiendo la misma experiencia que tuvo Matías junto a su padre y abuelo.
“Esto lo hacemos por ellos también, para que puedan vivir y aprender lo que nosotros vivimos”, afirma.
Presente y futuro con optimismo
El momento de la ganadería es favorable y Matías lo sabe: “Hoy hay entusiasmo en las exposiciones, demanda de vientres y buenos precios. Es un momento muy bueno para crecer y nosotros estamos con todas las ganas”.
Con apenas cinco años de trayectoria, Cabaña El Fortín ya es un ejemplo de cómo la pasión, la formación y el trabajo en familia pueden transformar un legado en un proyecto con futuro.